Tomado del libro: Quesada Alvarado, A. 1995. Recordando la Historia de mi Pueblo San Ramón. Editorial UNED.
Concepción es hoy uno de los principales distritos del cantón de San Ramón. Dicen las gentes del lugar que el camino real se hizo por seguir el rastro de una mula que se perdió y luego, tras sus huellas comenzó a pasar la gente para formar un pequeño caserío en esa zona alta, fresca, y soleada, excelente mirador de la ciudad de San Ramón.
La leyenda que aflora en el barrio es la siguiente: “En el año 1845, recién fundada la población de San Ramón, vivía el padre Luis Francisco Pérez en una finca. Al cura le gustaba mucho jugar, en toda oportunidad apostaba dinero, y en sus andanzas una noche se ganó cuarenta mil escudos, moneditas de oro puro. Tiempo después tuvo que trasladarse a Nicaragua para solucionar una delicada situación. Encargó a su hermano su propiedad y fortuna.
Un día de tantos, este hermano recibió la terrible noticia de que al señor cura le habían cortado la cabeza. Alguien lo hizo por sentimientos de celos. Fue tanto el sufrimiento, que la pena lo enfermó, y no hallaba que hacer con el oro que guardaba. Al fin decidió enterrarlo. En el trapiche había dos pailas: una grande y otra pequeña. En ésta depositó el oro y para que quedara más seguro, le embrocó la paila grande. No se sabe el lugar donde lo enterró. Poco tiempo después murió dejando en el misterio la botija de la gran fortuna.
Un día, un señor se encontraba a un lado del río, y vio a poca distancia a un padre sin cabeza, brincándose los guayabos. Se asustó tanto que salió huyendo, con el pelo parado, y los calzoncillos mojados, como si hubiese visto al propio diablo. Otros aseguran haber tenido ante sus ojos troncos echando chispas; y cuando alguien se arma de valor ante estas apariciones, pensando en el oro escondido, entonces las visiones desaparecen.
Una señora se encontraba sacando una flor de piñuela cuando escuchó un sonido fuerte, igual a cuando se vacía un montón de monedas. No vio nada; se asustó y se alejó corriendo.
Pero realmente el fantasma más importante de la leyenda es el “padre sin cabeza”, que sigue cuidando su tesoro apareciendo cuando éste peligra por la presencia cercana de algún humano. Muchas personas han buscado ese entierro tan codiciado a orillas del río La Prensa, pero todo esfuerzo ha sido infructuoso”.