Usted es de Conce si ha…

Por Daniel Quesada Pineda

Catarata en Concepción de San Ramón. Foto de Alejandro Quesada Murillo.

Bailado en un turno en la escuela de abajo, ido a un rezo donde leticia, usado el expreso de las brumas (bus de gorgojo) o el expreso de los andes (el que manejaba Rafa y luego Lalo), tenido que agarrar bus de san juan para luego trolear a Conce, hecho un despiche en el bus del nocturno, pedido a marco vinicio que le chapeara el patio, quedado bateados oyendo hablar a Geremias, ido a cortarnos el pelo donde Carmen, Ana Iris o lupe y hablar un rato con Nano Fallas, ido a resbalar en el potrero donde la Chule, pedido una porno prestada a la Chule, visto a Checo con un paraguas aunque hiciera sol y tener un familiar enterrado en un hueco hecho por él, visto a Rigo Salchichon o a Saso bien jumas, visto a Elí pasar caminando frente a la casa, visto a Leticia jugando bingo y escuchado a Rocky cantarlo, escuchado la música de Guido, visto a Guera toda una noche donde fofo sin tomarse ni un fresco, sido atendidos por Wayner donde Róger, ido a un cumpleaños o boda en el salón comunal, ido a los patines, ido a un baile de esos buenos donde Rogelio, visto a Juan Fallas o la Chule bailar, estrenado ropa un 8 de diciembre, comido pescuezo donde alba, visto a Loro Loco pelear, ido donde Reyner para que lo sobe, visitado la poza de los tubos, jugado con los Chupalopopis, la Ocho o algun equipo dirigido por Arturito, jugado en la plaza de memo o el planché de poncho,estado sentados en el pretil de la iglesia o la paradilla… por todo eso y más:

VIVA CONCE!

Nano Fallas, un forjador de acero

nano y lalaEl 4 de Julio cumplirá 85 años. En su memoria aun revolotean vigorosamente los recuerdos de un tiempo que parece muy lejano. Sentados en el corredor de su casa, los carros que pasan al frente interrumpen la conversación por la cercanía con la calle. Adentro de la casa dos de sus hijas, un yerno y una nuera se enfrascan en una conversación cotidiana con mucha energía. Hay pausas desde adentro de vez en cuando, tratando de escuchar mis preguntas. Sentado en el escaño del corredor al lado de su esposa Lala Méndez, Nano viste el tradicional vestido campesino que ya muy poco se ve. Sombrero de lona, camisa ancha, pantalón de mezclilla y un delantal que evoca una época que ya no existe. De contextura fina, cara larga, y manos tostadas por el sol, a sus casi 85 años Nano aun se mantiene activo, en forma y siempre encuentra que hacer. En su memoria reinan los recuerdos de su padre Ricardo Fallas Valverde pero tiene poco que decir de sus abuelos paternos Isidoro Fallas (1843-) y Matías de Jesús Valverde (casaron en 1888). Después de quedarse pensativo y callado por unos segundos, sus ojos nublados parecen volverse cristalinos y profundos cuando de repente encuentra en su memoria los recuerdos de las faenas que tanto vivió al lado de su hermano Juan Fallas. Sus 62 años de casado con Lala están llenos de momentos gratos y parece que fue ayer que se envalentonó para pedir la mano de Lala a Ramón Méndez.

Ricardo Fallas Valverde y su esposa Angelina Varela Quesada, padres de Nano Fallas. Crédito de la Foto: Damaris Quesada Varela.

Nano recuerda con claridad que su padre Ricardo Fallas Valverde (1893-) vivía en los Angeles de San Ramón con su familia. Cuando Ricardo Fallas se casó con Angelina Varela Quesada en 1916, se mudó a Concepción donde poco a poco se fueron estableciendo como una de las familias pioneras del sector sur del distrito al lado de los Quesada, Solórzano, Jiménez y Morera. Ricardo Fallas llegó a Concepción en los tiempos en que un terreno se cambiaba por una chancha para comerla. Parecía ser que la tierra le estorbaba a la gente y de pronto aparecían negocios de locura. En una ocasión Ricardo compró un terreno de 25 manzanas en la Balsa por 2050 colones que luego Ricardo Fallas se lo heredó a su hija Isolina. La primera casa que tuvo Ricardo Fallas la hizo el mismo. Nano recuerda que era una casa fea y mal hecha. Con el tiempo, Ricardo Fallas botó la casa vieja y contrató a Augusto Quesada para hacer su nueva casa, ahí mismo donde estaba la vieja. La nueva casa era de madera, con un saguán en el centro y cuartos a los lados. De cielo raso alto y acabados sencillos pero elegantes y muy parecida a la casa del finado Fel Solórzano que también fue construida por Augusto Quesada. Aunque el futuro de Ricardo Fallas estaba en Concepción, él continuaba sembrando frijoles en los Ángeles, donde muchas veces tenía que pasar el río Barranca a nado. En la memoria de Nano sobresale la figura de su padre Ricardo Fallas y poco menciona de su madre Angelina, aunque si recuerda que el padre de Angelina era Ramón Varela. Nano recuerda con dificultad el nombre de sus hermanos y saca cuentas una y otra vez con cierta congoja. Al final del recuento son 10 nombres que le vienen a la memoria: Hernán, Nano, Moncho, Miguel, Luz, Anita, Chela, Juan, Isolina, y María.

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Elí Barquero, ¡Campeón Mundial!

 

¿Cuántas veces le dio Eli Barquero la vuelta a Chaparral? ¿Cuántas veces se escapó del Chapuí y se vino a pata hasta la casa? Esas son preguntas que quizás nunca nadie las va a poder responder. Lo cierto es que meses después de su muerte muchos lo extrañamos y nos pone a pensar que realmente el tenerlo entre nosotros fue un privilegio y nos dejó muchas enseñanzas. Nos hace falta su voz ronca gritando por la calle, aquellas risas inconfundibles, y el grito de “café, café!” que levantaron en la madrugada a más de uno. Si bien es cierto, muchos ni tenemos idea que tipo de enfermedad mental tenía si es que padecía de alguna. Aunque si pareciera ser que en su mente habían ciertos demonios que no dudaba en ventilarlos a los cuatro vientos mientras le daba la vuelta a Chaparral una y otra vez.

Eli Barquero. Foto de Nacho Quesada

Eli Barquero. Foto de Nacho Quesada

Cuando yo era carajillo Elí me daba cierto miedo. Pero al empezar a conocerlo mejor hasta nos hicimos grandes amigos y siempre llegaba donde mi madre a pedir café o a buscar a mi tata para ir a ayudarle a arriar las vacas. Pareciera ser que Elí y el ganado eran el uno para el otro. Era de las pocas cosas que Elí de verdad disfrutaba hacer y hasta parecía ser algo que lo relajaba. María la hermana de Elí no le gustaba mucho la idea de que Elí acompañara a mi tata a arriar las vacas. En el fondo a mi tata no le importaba mucho lo que ella decía porque a Elí de verás le hacía feliz el caminar y caminar con el ganado. Elí y las vacas hacían la yunta perfecta.

En ciertas ocasiones Elí acompañaba a la Vaca Flaca (el equipo de los sobros de Concepción en la década de 1980) a algún partido en San Roque, Alto Villegas, San Juan, Volio o Medio Pollo. Sin pedir mucho permiso, Elí se tiraba en el cajón del camión y acompañaba al equipo a la mejenga dominical. Recuerdo uno vez que Elí se dejó ir con la Vaca Flaca a los Ángeles y yo de carajillo feliz porque tendría con quién jugar mientras mi tata jugaba el partido. Pasamos todo el rato echando pasecitos al frente de la iglesia de los Ángeles. Jugar con Elí era como jugar con otro carajillo. Él siempre pareció tan inocente y hasta servicial. A veces era extraño pero igual él se apuntaba a todo, su nivel de energía era envidiable.

En los tiempos que Elí pasaba bajo el efecto de las medicinas, los días sin él caminando por la calle eran largos y hasta aburridos. Cuando empastillado, Elí pasaba en su casa comiendo y fumando, sin una gota de ejercicio su peso subía como la espuma y digan lo que digan no se veía feliz y además ni hablaba con nadie. Elí tenía días en que su padecimiento lo desbalanceaba completamente y la agarraba contra algunos de los vecinos. Por alguna razón, nunca quiso al finado Nelo Quesada y en varias ocasiones hasta se rumoraba que le había tirado piedras al carro cuando lo veía venir. Por supuesto que no se llevaba para nada bien con su hermano Miguel ya que él era uno de los que tenía que ir a agarrarlo cuando se volvía insoportable y era necesario llevárselo para el Chapuí. Durante esos malos días su ansiedad se salía de los límites y fumaba y caminaba sin  parar, tratando de encontrar paz mental en la nicotina y en las piedras de la calle.

Muchos recordarán a Elí como el loco de la calle. Para mí el haber conocido y compartido con Elí fue una experiencia única, que me dio una perspectiva diferente de la vida. Hoy que ya tengo mis propios hijos, me trató de poner en los zapatos de doña Berta y Don Cilinio que como padres tenían que luchar con la situación tan particular que tenía Elí. Él ya no está con nosotros pero su espíritu alegre siempre estará presente entre las generaciones que le conocimos con aquellos dichos famosos que eran reflejo de la alegría del tan querido Elí Barquero. Aquí algunos de los más famosos dichos:

  • Bueno
  • Campéon mundial
  • Café, café
  • Mariguano y medio
  • Millonario
  • Más diferente
  • Super-rica

¡Qué en paz descanses campeón Mundial!

 

Reiner Méndez, el sobador

Así lo encontré. Acostado en el sillón del corredor de su humilde vivienda. Eran las 9 y media de la mañana de un Martes de Marzo. Un día caluroso…esos donde la bulla de las chicharras se mezcla con el bochorno de la mañana, ingredientes perfectos para tomarse una siesta a media mañana.

Sentado en la banca del corredor, Reiner repasa las alegrías y tristezas de vida.

Apenas sintió que alguien lo estaba viendo, sus ojos se empezaron a abrir muy lentamente. Desde los adentros de la casa, el grito desgarrador de un carajillo lo terminó de despertar. Méndez, Méndez, lo busca un señor! De un brinco Reiner se puso de pie y viéndome a los ojos me preguntó, ¿Qué se le ofrece? Le dije que si sabía quién era yo. El me miró de nuevo, ahora más pausado y como excavando en su memoria. Se rascó la cabeza sin quitarse el sombrero y me dijo, pues no sé, pero se me parece conocido. Yo le dije que había venido a conversar con él sobre su oficio, el de sobador. El contento me dice claro que sí y que ya él estaba acostumbrado a esas cosas y con media sonrisa en la boca me cuenta que un día la gente de Informe 11 había andado por ahí también en lo mismo.

Reiner es hijo de Eloi Méndez y Bienvenida Carvajal y nació el 3 de Marzo de 1944. Se crió en la famosa cuesta de la Venada, aquel tramo de carretera que parece olvidado por el tiempo y la comunidad. El camino asfaltado pasó de largo, aunque si la cañería lo cruza de arriba a abajo. Sus recuerdos de infancia están llenos de momentos amargos y dulces. La memoria de su madre Bienvenida le trae recuerdos dulces de su niñez y juventud. Jugó mucho fútbol como arquero, pero la mayoría con equipos de San Juan, Alto Villegas y Volio ya que en Concepción no le dieron mucha pelota. Esos tiempos de futbolista los atesora en su corazón y de verás se siente en su verbo que le gustaba practicar el fútbol. Tanto así que orgulloso me muestra las cicatrices de quebraduras que tuvo en sus dos  clavículas. Se le vienen a la memoria también las tardes de los Sábados donde se le pasaban los tragos y muchas veces terminaba enfrascado en rudas peleas. Tanto así que una de esas brutales riñas le dejó 11 cicatrices que le marcaron su vida para siempre.

Su sentido aventurero lo sacó de Concepción a muy corta edad. Se fue a vivir allá por los años 1960´s a la zona de Río Frío, Sarapiquí donde trabajó 7 años en Finca 10, en la bananera. Del trabajo en la bananera le quedan duros recuerdos que sólo parecen amargarle la conversación. Hace poco el famoso juicio por contaminación con agroquímicos  contra las bananeras terminó y le tocaron 7 millones de colones de los cuáles sólo le llegaron 1.3 millones porque el resto se los dejó el abogado. Esos mismos agroquímicos quizás fueron los que no le permitieron procrear con su difunta esposa Mireya Solórzano.

Estando en las bananeras conoció e hizo amistad con mucha genta, incluidos indígenas de Talamanca que lo enseñaron a sobar, arte que hoy día lo hace uno de las personajes más famosos de Concepción y San Ramón. Reiner dice que soba desde el año 1973 y estima que le ha ayudado a más de 5000 personas. Aunque son tantas las caras y lesiones que han pasado por sus ojos y sus manos, Reiner recuerda que uno de los casos más complicados de sobar fue el de Isidoro Solís de Laguna de Zarcero. Este señor vino varias veces en silla de ruedas por problemas con el nervio ciático hasta que finalmente Reiner lo pudo ayudar. Otro caso especial fue Alejandro Morales a quién lo embistió una vaca y le lesionó un pie y una mano. Por sus manos han pasado ricos, pobres, engreídos, humildes, extranjeros, políticos, religiosos, niños, viejos, viejas, creyentes, y no creyentes. Los movimientos empíricos de sus manos y la fe de sus pacientes se han convertido en milagros, de eso no hay duda.

Reiner nunca fue rico ni nunca lo será, eso dice él. Ahora sobre sus espaldas hay una familia que vive en su casa. Él no tiene muy claro porque ellos están ahí pero parece ser que es el subproducto de una relación amorosa que tuvo recientemente. A estas alturas de la su vida, a él le viene bien la compañía, así que las almas de más en la casa no está tan mal. Mientras tanto él seguirá soñando con viajar, pasarla bien, y en el camino ayudarle a aquel lesionado que lo viene a buscar para que le alivie el dolor.